"Muchacho, alimenta tus alas" Este era el consejo que san Agustín daba a los jóvenes. Y él, sabía de lo que hablaba. Su juventud no fue muy ejemplar y por eso no quería que los demás pasaran tanto tiempo en tinieblas y arrastrándose como reptiles siendo casi "ángeles".
Pero las alas de los jóvenes no están en los omóplatos, sino en sus mentes y en sus corazones. Hay muchos jóvenes que antes de ser árbol son ramas secas. San Agustín, luchó, buscó, buceó en su corazón hasta encontrar la felicidad y la felicidad que buscaba y que encontró la encontró en Dios.
El joven que quiera hacer crecer sus alas tendrá que superar muchas zancadillas y obstáculos que la sociedad y su propio egoísmo le podrán. El egoísmo y lo fácil no descansan en su empeño por evitar que el joven o cualquier persona, ejercite su corazón, afiance su fe, viva sin caer en la desgana y la de ser "Vicentes" que dicen, hacen y van imitando a la gente.
Tú eres joven. No malgastes tu vida deslizándote por el ruido y palabrería de tus camaradas.
No es malo solo la droga y el alcohol. También es funesto ser rama seca, porque tuvo miedo en ser árbol.
¿Quién puede cazar a los pájaros que vuelan muy alto? ¡Es difícil! Así, el joven que se acoge a Dios, que robustece su fe con los sacramentos y se esfuerza por no ser maruoneta de nadie, ni manada de ninguna moda, será muy difícil que sea atrapado por pestes muy de moda como son el consumismo, pasotismo, materialismo o el nihilismo.
¡Cuida y alimenta tus alas! Piensa en Dios....que sí que existe...y recuerda lo que dijo Jesús de Nazaret:
¡¡ Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida!!
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