El poder de lo pequeño
ADVIENTO apunta hacia la Navidad. Pero una Navidad religiosa, no la de compras y compras. La Navidad secular es almacenar. La Navidad a la que apunta el Adviento es vaciarnos de cosas, para poder llenarnos de Dios, de amor.
Cada año la liturgia nos ofrece dos grandes ciclos: Adviento y Cuaresma. Dos tiempos fuertes para orar y vivir lo esencial. Dos tiempos que desembocan en los dos acontecimientos clave de nuestra fe: Navidad y Pascua.
ADVIENTO: La liturgia, como las madres, recuerda a sus hijos lo importante, lo único válido. Y esto es siempre para nosotros: Jesucristo contemplado y vivido en su totalidad.
ADVIENTO: Espiritualidad del vaciarse y de la pequeñez.
Despertador de nuestra conciencia. No su juez.
Nos recuerda quiénes somos y quiénes no somos.
ADVIENTO: Tiempo de encontrar y esperar al que está siempre entre nosotros: Jesucristo.
ADVIENTO: Espiritualidad de la espera.
"Yo espero en Yavé, mi alma espera,
pendiente estoy de su palabra,
mi alma espera en el Señor
más que el centinela a la aurora"
NO anticipemos el misterio. Oremos y preparémosle.
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