Señor Jesucristo,
nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida tú nos la has dado para gastarla:
no se la puede economizar en estéril egoismo.
Gastar la vida es trabajar por los demás
Aunque no paguen;
hacer un favor al que no va a devolverlo;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso,
si hace falta sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas
que solo tenemos sentido
cuando nos quemamos:
solamente entonces seremos luz
Libranos de la prudencia cobarde
lo que nos hace evitar el sacrificio
y buscar la seguridad.
Entrénanos Señor a lanzarnos
a lo imposible.
Porque detrás de lo imposible
está tu gracia y tu presencia:
no podemos caer en el vacío.
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